domingo, 12 de febrero de 2012

Metafísica-Dohna de Immanuel Kant

En 1792, Kant tenía sesenta y ocho años; le quedaban aún doce años de vida. Todos los días, de 7:00 a 8:00, con una puntualidad obsesiva que le era bien conocida en todo Königsberg, dictaba su curso de Metafísica en la universidad de la que llegó a ser rector, la Albertina. El manual en el que se basaba era la Metaphysica de Baumgarten, a quien le debemos el concepto moderno de estética y al que Kant consideraba el más grande metafísico de su tiempo. Era costumbre, por entonces, trabajar con manuales en las clases en las que el profesor sólo leía el texto. Kant varió un poco el método: leía y comentaba. El joven conde Dohna-Wundlacken, de cuya relación con el viejo Kant no se sabe nada, era un asiduo alumno suyo. En su primer semestre en la Albertina había llevado con Kant el curso de Antropología. En el segundo semestre estuvo matriculado en el de Lógica. Y este tercer curso, el de Metafísica, cuando tenía apenas quince años, era el último que llevaba con el autor de la Crítica de la razón pura. Con el tiempo, fue también el único manuscrito de Dohna sobre esos cursos que se ha conservado para nosotros.

Escrito en cuartillas de 17,5 por 20 cm., el manuscrito de Dohna es relevante porque tanto su contenido  como las correcciones al margen parecen haber sido hechas exclusivamente en el aula, por lo que sería una versión bastante directa de la lección original de Kant. Su contenido tiene la estructura tradicional de la metafísica wolffiana; se divide en metafísica general y especial. La primera es la ontología, que concluye con un "Tratamiento crítico de la filosofía trascendental". La segunda contiene a la cosmología (que se divide en somatología y psicología) y a la teología natural (que se divide a su vez en teología trascendental, fisico-teología y  teología moral). El breve texto que alcanza apenas a las cien páginas es complementado con un amplio estudio de María Jesús Vázquez sobre cómo es posible filosofar, y con dos completos índices, uno analítico y otro onomástico, preparados por Mario Caimi, que es el traductor.

Al introducir el mencionado tratamiento crítico, en el día 32, Kant afirma: "Hasta aquí hemos expuesto la ontología de manera dogmática, es decir, sin atender al origen de estas proposiciones a priori -- ahora vamos a tratarla críticamente. Lo que interesa aquí es: 1) Cómo surgen los conceptos a priori. 2) Cómo son posibles las proposiciones sintéticas que tenemos en la ontología" (p. 58). En efecto, hasta entonces había expuesto lo que la tradición filosófica encumbró como filosofía primera, pero, a partir de entonces, empieza a resaltar su juicio crítico de la metaphysica y, de ese modo, enseña también a filosofar por cuenta propia. Esto es lo que llevó a Kowalewski, uno de los primeros editores del texto, a afirmar que esta lección es "el equivalente pedagógico de la Crítica de la razón pura". No obstante, es preciso recordar que se trata de una lección basada en el manual de Baumgarten; por ende, como afirma Vázquez en su estudio -que en mi opinión debió anteceder al texto-, hay "ciertas doctrinas sobre las que debería hacerse notar el efecto demoledor de la crítica" (p. 149) y no ocurre esto siempre. La explicación, como lo recuerda la profesora Vázquez, está más clara aún en la Metafísica Mrongovius: "En nuestra exposición combinaremos ambos métodos, primero dogmáticamente y luego criticar paso a paso, ya que si a la crítica no le acompaña la dogmática carecemos de piedra de toque de la verdad" (AA XXIX, 1.2, 939).

En realidad, más que una versión pedagógica de la primera Crítica, se encuentra aquí una presentación sumaria de diversos temas abordados por Kant en varias de sus obras, sólo que a propósito de la exposición metafísica de Baumgarten. Por ejemplo, cuando se refiere a la sensibilidad (49), lo hace en términos muy similares a los de su Antropología; cuando se refiere a la facultad estética de juzgar (51), remite claramente a la tercera Crítica; y lo mismo ocurre con su definición de libertad (53) y la Crítica de la razón práctica. Hay además otros temas de interés, tales como el del día 39, donde presenta la disyuntiva que los románticos harán suya poco después como la contrariedad de la condición humana: "Todas las antinomias se basan en que buscamos lo incondicionado en el mundo phenomeno" (p. 70). Novalis dirá: "Buscamos en todas partes lo incondicionado y sólo encontramos cosas". Pero Kant agrega que esto es confundir planos distintos, ya que el noumeno sólo puede ser un postulado, así como "no hay un infinito dado, sino únicamente un progressus en el componer y un regressus en el dividir" (ídem).

La edición de Caimi es buena y aclaradora en varios pasajes, aunque hubiese sido deseable que facilitara más la lectura de los textos latinos y podría también, eventualmente, agregarse en el aparato crítico aquellas partes en las que el texto depende más de Baumgarten y aquellas otras en las que Kant lo critica, que es algo que el lector está obligado a reconocer a tientas.

Un último punto sobre el que vale la pena llamar la atención es un leve error de Kant. En el día 19 consta lo siguiente: "Si los universalia son entia o no lo son, ha ocasionado muchas disputas entre los nominalistas y los realistas, los primeros, que se llaman también tomistas por Tomás de Aquinas, afirman que los universalia son meros nombres, los últimos afirmaban que son cosas; se los llama escotistas por su adalid Jn. Duns Scotus" (pp. 40-41). Aun cuando Scotus podría -no sin discusión- ser alineado dentro del realismo (en contraste con Ockham mas no con Tomás de Aquino), llamar nominalista al Aquinate es a todas luces erróneo. También podría ser que el error proviniese de la Metaphysica de Baumgarten, pero eso no excluiría el error de Kant. O podría tratarse de un error del joven Dohna, aunque es poco probable dada la coherencia. En todo caso, no es un error de traducción pues también está en el original. En el contexto de lo que Kant quiere observar (que los universales no son meros nombres ni cosas, sino conceptos), no se trata de un error grave, pero sí lo es en cuanto a la historia de la filosofía por tratarse de una diferencia bastante elemental.


Título: METAFÍSICA-DOHNA
Autor: IMMANUEL KANT
Formato: 13,5 x 21 cms.
Páginas: 190
Editorial: Sígueme
Ciudad: Salamanca
Año: 2007
Traducción: Mario Caimi
ISBN: 978-84-301-1627-0

Reseña editorial:
La denominada Metaphysik-Dohna corresponde a uno de los cuadernos de apuntes de lecciones universitarias legados por el conde Heinrich Ludwig Adolph de Dohna-Wundlacken (1733-1843). En el tercer semestre de sus estudios en la Universidad Albertina de Königsberg (invierno 1792/1793) cursa metafísica con el profesor Immanuel Kant, que cuenta a la sazón sesenta y siete años. El manuscrito de metafísica de Dohna-Wundlacken presenta indicios de haber sido copiado directamente en el aula, lo que lo hace especialmente valioso. Contiene las explicaciones kantianas del manual de Baumgarten, Metaphysica (1739). Baumgarten es considerado por Kant como el mejor metafísico de su tiempo. Nada hay de innoble en un manual cuando el objetivo pedagógico no es aprender filosofía, sino aprender a filosofar. Para Kant, aprender a filosofar es «ejercitar el talento de la razón siguiendo sus principios generales en ciertos ensayos existentes, pero siempre salvando el derecho de la razón a examinar esos principios en sus propias fuentes y a refrendarlos o rechazarlos» (Crítica de la razón pura).

Página Web de la editorial Sígueme.
"Presentación" de María Jesús Vázquez Lobeiras y "Nota sobre la traducción" por Mario Caimi, disponibles en la misma página.

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